Los que hacemos el Boletín de la Escuela llevamos años sosteniendo la educación pública junto a tantos otros compañeros y compañeras, afiliados o no a alguna estructura gremial. Sabemos lo importante que es unirnos, organizarnos, decidir de conjunto para enfrentar aquellas políticas que siguen considerando que los trabajadores y la escuela somos la variable del ajuste fácil. Sabemos también que la voluntad de lucha requiere de una conducción gremial firme y resuelta para enfrentar los atropellos, una conducción gremial que sume a todos los docentes al momento de tomar decisiones.
Nada más cierto desde hace años: la situación de inequidad social continúa, los trabajadores seguimos sin llevar la porción que nos corresponde en el reparto de la riqueza.
Y lo cierto – patrimonio exclusivo de los hechos – es que nuestro descontento ante las condiciones laborales y el impacto de la inflación sobre nuestros bolsillos, obligaron al Gobierno y a la conducción gremial a reabrir la discusión salarial; cierto es que en el mes de julio, en Villa Adelina, Roberto Baradel reconocía un veinte por ciento de inflación, que el 4 de septiembre el grueso de la docencia rechazó una propuesta de recomposición de un doce por ciento promedio (considerada aceptable por el Frente), que después de eso y “como muestra de voluntad negociadora”, el Frente aceptaba una tregua sin consultar a ningún trabajador. Y tan cierto es que ante el rechazo contundente del día 4, la conducción decidió privilegiar un nuevo pacto con el Gobierno y, después de la tregua, el día 19, dejó fuera de la discusión y de la decisión sobre nuestro salario a la mayoría de los docentes. Lo que SUTEBA consideró “masivas asambleas” en San Isidro se tradujo en la participación de menos del diez por ciento del padrón de afiliados. Lo que vino después, tan cierto como todo lo anterior, fue el acuerdo: una propuesta aún inferior a la del 19 y sin que nadie aclare qué había cambiado. Después de casi dos meses – en los cuales quedó demostrada la voluntad de lucha que hay en las escuelas – la conducción del Frente acordó con el Gobierno por casi la misma recomposición que la mayoría de los docentes habíamos rechazado.
Hay quienes imponen como un credo la lectura única, hay quienes manipulan los instrumentos de decisión colectiva, hay quienes usan el lenguaje característico de los autoritarios para señalar a los compañeros y compañeras que no pensamos igual.
En el país, en la provincia, en San Isidro, sobran ejemplos de estos quienes. Cada vez con más claridad, los trabajadores los estamos reconociendo.
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