El aumento tan temido


Finalmente, al filo de empezar octubre ¿concluyó? el conflicto que nos enfrentaba como trabajadores de la educación con el Gobierno provincial.

Fue por demás significativa la satisfacción observada tanto en los dirigentes gremiales como en el Gobierno por este acuerdo. Mostraban su conformidad por ese poco más de diez por ciento de aumento que recibiremos. Es obvio que la mayoría no nos sentimos así.

Evidentemente, se han olvidado del retroceso salarial que ha producido el constante aumento de precios que sufrimos en la primera etapa del año, ni aquellos que están produciéndose (alimentos, especialmente lácteos, luz, gas, entre otros) Sumado a todo esto, los descuentos arbitrarios aplicados sobre nuestro salario, con los cuales vamos a financiar el aumento que todavía no recibimos. Paradojas de una lucha sin conducción.

Estábamos y estamos convencidos de que la lucha por mejores condiciones laborales y salariales es un derecho y un deber que tenemos los trabajadores, ya que nadie mejor que nosotros vislumbra a la educación como el eje transformador, la herramienta imprescindible para construir un país más justo, sin marginados sociales. Para eso necesitamos una clase dirigente que interprete fielmente lo que sentimos, deseamos y pensamos quienes día a día estamos en el aula.

La lucha es larga, la lucha continúa, no hay que abandonarla ni desesperarse: hay que construir juntos una alternativa que nos permita entrar juntos al sindicato para luchar por:

ü aumento salarial acorde a la inflación real.

ü que todo aumento vaya al básico.

ü la incorporación al mismo todos los adicionales, sean remunerativos o no.

ü decidir de conjunto medidas de fuerza que garanticen la defensa irrestricta de la escuela pública.

ü condiciones dignas de enseñar y aprender.

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