La escuela, protagonista. La conducción, ausente.

La presidenta Fernández de K marcó el camino: cerró el 2007 con tono recriminatorio a la docencia nacional señalando — como única causa del escaso aprendizaje de nuestros alumnos — los días perdidos por huelgas en defensa del salario y las condiciones de trabajo. En 2008, el Gobierno de Scioli, a través de Oporto, alargó el ciclo lectivo. Mientras, la conducción del Frente Gremial dice: eso no se hace, pero obedece y a otra cosa. Y CTERA, que faltó a todos los conflictos salariales, solo dijo presente cuando Macri sacudió violentamente a los compañeros de la Ciudad Autónoma.

  • En marzo, los docentes del distrito le dijimos que no a la propuesta salarial del Gobierno, a pesar del enojo y los gritos y llamados telefónicos que la conducción de nuestro distrito efectuaba para evitarlo. La conducción del Frente Gremial agitaba el fantasma de marzo del 76 frente al conflicto con el campo y sugería que “no era tiempo” para revolver el avispero con nuestros justos reclamos. La canasta básica aumentaba, provocando la consiguiente pérdida del poder adquisitivo de nuestros salarios. ¿Y cuál es la actitud del Gobierno ante esto? Dibujar estadísticamente los índices para disimular lo que cuesta subsistir en nuestro país. Y sigue el dibujo.
  • En abril, después de un año sin Asamblea, la conducción convocaba para votar su propuesta de política gremial. Fue vergonzoso lo que pasó: en un nuevo ejercicio de intolerancia, la conducción celeste, decretó el cierre de la lista de oradores y se acabó. Después informaba vía mail que habían participado “muchos” compañeros y que fueron 4 horas de “discusión”. Mintieron y omitieron: 50 personas sobre 1100 ó 1200 afiliados son mucho menos que mucho para decidir el destino de miles de docentes. Y la palabra acotada a tres minutos por año no es discusión sino mordaza.
  • En mayo, la Comisión Directiva del SUTEBA convocaba para el día 22 de mayo, con una semana de anticipación, a Asamblea Extraordinaria para perpetrar una “modificación integral de los Estatutos de la organización sindical”. Y con particular urgencia, se reformó sin discusiones: los afiliados recibimos en ese mismo momento la propuesta de reforma, sin posibilidad de ampliar la participación y el consenso.
  • Latente siempre, la situación salarial. El viernes 30 de mayo tuvimos Reunión de Delegados en la que algunos planteamos que la mayor inquietud de nuestros compañeros de escuela era tratar el tema de la lucha por el aumento salarial. La conducción planteó que para reabrir el tema habría que hacer una consulta a las bases para conocer los temas que quieren sean discutidos en paritarias. Mientras tanto, juntamos más de 500 firmas de compañeros de más de 30 escuelas, con las siguientes propuestas: un urgente aumento salarial acorde a la inflación real; que todo aumento vaya al básico; que se incorporen al mismo todos los adicionales, sean remunerativos o no. Y las presentamos a Baradel el 14 de julio en Villa Adelina, quien reconocía un veinte por ciento de inflación, pero defendía las arcas de la provincia, anticipándonos que no podíamos pedir demasiado.
  • Felices vacaciones, nos vemos en agosto: nada de lucha ni intenciones de encabezarla, dejándole espacio al oportunismo de UdocBA: lo cierto es que muchos compañeros y compañeras pararon el 24 de julio, demostrando que en las escuelas había bronca. Por otra parte, FEB y las seccionales de oposición de SUTEBA ya habían anunciado el no inicio después de las vacaciones. Frente a esta presión de las escuelas, la conducción provincial no pudo mirar para otro lado: en agosto, no empezamos las clases.
  • Y en septiembre, en San Isidro y en la provincia, la escuela dijo no a la propuesta salarial del Gobierno (un 12 por ciento promedio), propuesta que se olvidaba de la inflación, de la canasta familiar, de las sumas por fuera del básico, propuesta que el Frente Gremial consideró digna de ser consultada en las escuelas, permitiendo que Scioli (igual que alguna vez lo hizo Solá) anunciara el acuerdo antes de la consulta, a sabiendas de que a este Gobierno lo único que le interesa es sostener un sistema educativo precario en salarios, en infraestructura y en calidad.
  • Después de eso, el Frente aceptaba una “tregua” sin consultar a nadie. Y el 19 de septiembre dejaba fuera de la discusión y de la decisión sobre nuestro salario a la mayoría de los docentes. Lo que vino después fue el acuerdo: una propuesta salarial aún inferior a la del 19 y sin que nadie aclare qué había cambiado para aceptarla. Después de casi dos meses – en los cuales quedó demostrada la voluntad de lucha que hay en las escuelas – la conducción del Frente acordó con el Gobierno por casi la misma recomposición que la mayoría de los docentes habíamos rechazado a principios de septiembre.
  • Las clases se alargaron, y no nos devolvieron los descuentos salvajes con los que financiaron parte de la recomposición que recibimos. Y en noviembre, fuimos convocados a elegir representantes en los Tribunales de Clasificación, sin dudas, un hecho importante para los trabajadores. En el distrito, se presentó solo SUTEBA y confirmó una vez más su vocación por la democracia del dedo: no hubo, una vez más, ni consenso, ni participación ni debate para decidir sobre quiénes deberían ser nuestros mejores representantes. De los resultados oficiales en el distrito –y no “a boca de urna”- ningún trabajador del distrito tuvo noticias. La sensación en las escuelas es que el voto repudio (impugnado y en blanco) fue mayoritario, aunque la conducción intentó relacionar el voto en blanco con una “acción del Gobierno”.

Varios hechos nos deja la realidad del 2008. Desde lo político, que la única unidad que la conducción proclama la hace con el Gobierno. Desde lo económico, que con inflación y ante una desigualdad que no retrocede, la lucha por el salario seguirá siendo clave, aún más en el contexto económico recesivo que nos espera el año próximo.

Desde el camino de la unidad que año a año venimos transitando con los compañeros y compañeras que han demostrado voluntad y acción en defensa de la escuela pública, los que hacemos el Boletín de la Escuela, integrantes de la lista Violeta, de la lista Lila, de la Agrupación 4 de abril e independientes, saludamos el comienzo del 2009 e invitamos a sumarse a los convencidos de que la lucha por la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores de la educación — nuestra lucha — merece una conducción consecuente, que surja desde las escuelas, desde los que hacemos el aula todos los días.

Acerca de la construcción colectiva.


Parece una obviedad decir que los que participamos de la vida sindical creemos fervientemente en la construcción colectiva como única modalidad de defender nuestros derechos. Frente al individualismo, al “sálvese quien puede”, a la mirada que mira sólo el propio ombligo; la construcción colectiva supone la solidaridad, la participación en las decisiones y el respeto por la palabra del otro. La construcción colectiva es inherente a la actividad sindical. Sin ella, no hay sindicato sino sólo una burocracia que gerencia desde su convencimiento iluminado y sus limitaciones ideológicas o, en el peor de los casos, desde sus intereses, las acciones de la mayoría.

Creemos que en coyunturas críticas como la que estamos atravesando los docentes de la Provincia de Buenos Aires, construcción colectiva no puede ser sinónimo sólo de un puñado de reuniones de un puñado de compañeros tomando decisiones por cientos de miles. En coyunturas críticas, los dirigentes, legítimamente elegidos, deben ceder la decisión y la palabra a los docentes que estamos todos los días trabajando en la escuela. ¿Cómo hacerlo? Mediante asambleas de afiliados y no afiliados en las escuelas –porque son todos los compañeros los que sostendrán con sus cuerpos la lucha-; reuniones periódicas de delegados que den cuenta de lo que se decide en las escuelas; mediante asambleas multitudinarias de afiliados, resolutivas, avisadas con el tiempo suficiente, en las que no se cercene la palabra con chalecos de fuerza de tres minutos ni se descalifique a los que respetuosamente hacemos preguntas y proponemos ideas diferentes. No somos el enemigo por pensar distinto; somos parte de esas voces que justamente la construcción colectiva debe traslucir en vez de cercenar.

Estamos convencidos de que los dirigentes sindicales no deben cumplir la función de justificar didácticamente las acciones del gobierno; sino de defender nuestros derechos como trabajadores. Para eso, nada mejor que escuchar nuestra voz sin prejuicios, porque éstos conllevan el silenciamiento de las posiciones diferentes.

En esta lucha no se escuchó la voz de los trabajadores. En asambleas de pocos, selectivamente convocados unas horas antes, se refrendó la misma propuesta miserable que una semana antes habían rechazado decenas de miles de docentes, cuestión que quedará en evidencia cuando cobremos el aumento.

Sabemos que las presiones del gobierno y de la comunidad son inmensas y no desconocemos nuestra responsabilidad como educadores; pero también estamos convencidos de que la obtención de un salario y unas condiciones de trabajo dignas redundará en una mejora significativa no sólo de nuestras vidas sino también de la escuela pública por la que todos –los que tenemos y los que no, voz y voto- trabajamos a diario.

Carolina Seoane – Media Nº 8 – San Isidro.

La conducción, entre los dichos, los hechos y lo cierto.


Los que hacemos el Boletín de la Escuela llevamos años sosteniendo la educación pública junto a tantos otros compañeros y compañeras, afiliados o no a alguna estructura gremial. Sabemos lo importante que es unirnos, organizarnos, decidir de conjunto para enfrentar aquellas políticas que siguen considerando que los trabajadores y la escuela somos la variable del ajuste fácil. Sabemos también que la voluntad de lucha requiere de una conducción gremial firme y resuelta para enfrentar los atropellos, una conducción gremial que sume a todos los docentes al momento de tomar decisiones.

Nada más cierto desde hace años: la situación de inequidad social continúa, los trabajadores seguimos sin llevar la porción que nos corresponde en el reparto de la riqueza.

Y lo cierto – patrimonio exclusivo de los hechos – es que nuestro descontento ante las condiciones laborales y el impacto de la inflación sobre nuestros bolsillos, obligaron al Gobierno y a la conducción gremial a reabrir la discusión salarial; cierto es que en el mes de julio, en Villa Adelina, Roberto Baradel reconocía un veinte por ciento de inflación, que el 4 de septiembre el grueso de la docencia rechazó una propuesta de recomposición de un doce por ciento promedio (considerada aceptable por el Frente), que después de eso y “como muestra de voluntad negociadora”, el Frente aceptaba una tregua sin consultar a ningún trabajador. Y tan cierto es que ante el rechazo contundente del día 4, la conducción decidió privilegiar un nuevo pacto con el Gobierno y, después de la tregua, el día 19, dejó fuera de la discusión y de la decisión sobre nuestro salario a la mayoría de los docentes. Lo que SUTEBA consideró “masivas asambleas” en San Isidro se tradujo en la participación de menos del diez por ciento del padrón de afiliados. Lo que vino después, tan cierto como todo lo anterior, fue el acuerdo: una propuesta aún inferior a la del 19 y sin que nadie aclare qué había cambiado. Después de casi dos meses – en los cuales quedó demostrada la voluntad de lucha que hay en las escuelas – la conducción del Frente acordó con el Gobierno por casi la misma recomposición que la mayoría de los docentes habíamos rechazado.

Hay quienes imponen como un credo la lectura única, hay quienes manipulan los instrumentos de decisión colectiva, hay quienes usan el lenguaje característico de los autoritarios para señalar a los compañeros y compañeras que no pensamos igual.

En el país, en la provincia, en San Isidro, sobran ejemplos de estos quienes. Cada vez con más claridad, los trabajadores los estamos reconociendo.

El aumento tan temido


Finalmente, al filo de empezar octubre ¿concluyó? el conflicto que nos enfrentaba como trabajadores de la educación con el Gobierno provincial.

Fue por demás significativa la satisfacción observada tanto en los dirigentes gremiales como en el Gobierno por este acuerdo. Mostraban su conformidad por ese poco más de diez por ciento de aumento que recibiremos. Es obvio que la mayoría no nos sentimos así.

Evidentemente, se han olvidado del retroceso salarial que ha producido el constante aumento de precios que sufrimos en la primera etapa del año, ni aquellos que están produciéndose (alimentos, especialmente lácteos, luz, gas, entre otros) Sumado a todo esto, los descuentos arbitrarios aplicados sobre nuestro salario, con los cuales vamos a financiar el aumento que todavía no recibimos. Paradojas de una lucha sin conducción.

Estábamos y estamos convencidos de que la lucha por mejores condiciones laborales y salariales es un derecho y un deber que tenemos los trabajadores, ya que nadie mejor que nosotros vislumbra a la educación como el eje transformador, la herramienta imprescindible para construir un país más justo, sin marginados sociales. Para eso necesitamos una clase dirigente que interprete fielmente lo que sentimos, deseamos y pensamos quienes día a día estamos en el aula.

La lucha es larga, la lucha continúa, no hay que abandonarla ni desesperarse: hay que construir juntos una alternativa que nos permita entrar juntos al sindicato para luchar por:

ü aumento salarial acorde a la inflación real.

ü que todo aumento vaya al básico.

ü la incorporación al mismo todos los adicionales, sean remunerativos o no.

ü decidir de conjunto medidas de fuerza que garanticen la defensa irrestricta de la escuela pública.

ü condiciones dignas de enseñar y aprender.

El humo, las Asambleas y otras yerbas.


Desde hace unos cuantos días quienes habitamos por aquí debimos soportar un persistente humo que nos provocó no pocos trastornos. La pregunta del millón era quiénes habían provocado esto. Algunos decían que fueron los productores agrícolas para plantar soja, otros que fueron los ganaderos para que el pasto crezca más rápido y poder alimentar a su ganado. Y alguno que otro, habló de sabotajes para instalar en la Argentina la sensación del caos.

Muchas hipótesis y ninguna comprobación. Lo que sí podemos confirmar absolutamente es la incapacidad que está demostrando el Gobierno nacional (y la parálisis del Gobierno provincial) para revertir los problemas que profundizan la desigualdad y el conflicto social, llámese crisis del campo, humo, inflación, colapso del sistema de transporte o de la infraestructura escolar, etcétera, etcétera, etcétera.

Mientras, los grupos multimediáticos continúan haciendo sus negocios y aparentan pelearse con el Gobierno, que los acusa de mentirosos y deformadores de la realidad. Preguntas para unos y otros: ¿quién consolidó el monopolio de Clarín y La Nación en Papel Prensa? ¿Quién colaboró sistemáticamente para disimular el malestar social durante este y el anterior Gobierno? ¿Quién le habilitó al Grupo Clarín el manejo de Cablevisión y Multicanal? ¿Quiénes adjudican a determinados grupos empresariales las licencias radiales? ¿Con qué agradecen estos grupos la concentración de medios si no es con propaganda gratis a los actos de Gobierno?

A veces juntos, a veces distanciados, pero siempre por el mismo camino van la política y los negocios. Lo mismo ocurre con quienes dicen ser representantes de los trabajadores, nuestra dirigencia gremial, que pactó acuerdos salariales irrisorios, desoyendo el reclamo, nuestro reclamo. Será por eso que nunca dan la cara, se comunican por mail o por mensaje de texto o por carta, y si por casualidad se les escapa la convocatoria a alguna Asamblea, no permiten el disenso ni el debate de ideas, haciendo gala de intolerancia y soberbia, ese estilo tan propio de los antidemocráticos.

Por esto consideramos que nuestra consigna “entremos juntos al sindicato”, más que nunca, está vigente, latiendo, para seguir peleando por:

Ö Un salario acorde a la canasta familiar y el blanqueo de todas las sumas en negro.

Ö Condiciones dignas de enseñar y aprender.

Ö Un sindicato verdaderamente democrático y al servicio de los trabajadores de la educación.

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